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Oro por ti compañera! tus hermosos ojos atormentados, con miedo al vacío, son acariciados por el espíritu santo. de repente el vago y el relativo, ¡deseca el alma pero ésta puede abrochar por el tacto de él! del espíritu santo! ¡basta creer, abre las manos al cielo en la calidez del padre! ¡no te atormentes más, él viene! ¡ha llegado la